martes, 23 de noviembre de 2010

Reflexiones de alguien que se ha cansado

Siempre lo mismo. Una y otra vez. Ya aburre.

¿Qué pasa? ¿Qué es lo que pasa si juegan contigo? La primera vez duele, la segunda también, y seguramente que las diez siguientes siga doliendo. Pero llega un punto en el que el dolor es efímero, y que tan rápido como viene se va. Llega en el momento que abres o te abren los ojos y te das cuenta de que te están utilizando, o jugando contigo, o riéndose de ti. Pero la experiencia hace que ese dolor no dure a penas un par de días. Como siempre, al principio te sientes furioso, frustrado, triste, con la moral por los suelos, pero cuando te quieres dar cuenta, todo eso a desaparecido, y solo queda un ligero y borroso recuerdo de algo que fue malo para ti. ¿Y eso es todo? ¿Eso es todo lo que me quedará de esta última experiencia? No estoy segura de que sea bueno que solo quede eso porque así no tendré odio que descargar sobre el culpable de todo. Un culpable que se merece que descargue sobre él todo mi odio, que le diga el daño que me ha hecho y que sepa que ya, me es indiferente. Pero ahora que han pasado un par de días y el odio y la furia se han evaporado, ¿cómo castigarle? si el tigre que era se ha convertido en un lindo gatito. Ahora resultaré totalmente ridícula si intento parecer enfadada. Aunque aún quedan algunas cosas que sacan parte de esa furia no me sirven para nada, porque la fuerza se va enseguida. ¿Y qué hago? ¿Castigarle con la indiferencia? Solo a alguien con algo de inteligencia y corazón le dolería eso, pero como no es el caso, ese castigo ni le inmutaría. ¿Dejar las cosas pasar? ¿Cómo siempre? No, no quiero eso. Aunque sería lo más fácil, y me encantan las cosas fáciles. Si es que yo no valgo para enfadarme, o para ser mala, no se hacer daño, y si lo hago es sin querer, y por haber querido antes. Indiferencia... pero no se la merece. Si es que es muy fácil mirar solo lo bueno y pasar de lo malo. Aunque así nos damos más hostias y más dolorosas, pero como he empezado diciendo, la experiencia nos hace inmune. ¿Qué hacer? Siempre lo mismo, siempre las mismas preguntas y siempre la misma respuesta: NO SE.

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